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No, no los abandoné. Al menos no completamente. Aunque sí es cierto que traicioné a mi siempre fiel blogger, dedicándole gran cantidad de horas pertenecientes a mi tiempo libre al twitter y, en menor proporción, a mi flickr; nunca osé tocar tumblr ni ninguno de sus derivados. Sin embargo, no decidí recuperar mi ya polvoriento blog para darles excusas o para escribir alguna ingeniosa explicación del por qué han pasado más de cuatro meses desde mi último post, o, más relevante aún, del por qué hice desaparecer todos mis viejos posts. Lamento decepcionarlos, pero no tengo ninguna explicación astuta, graciosa, ni mucho menos ingeniosa. La verdadera y honesta razón es simple: no tenía nada que decir. Bueno, sí tenía, pero nada que superara los 140 caracteres de twitter o las aún más cortas descripciones de las fotos en flickr. Aunque en mis casi 21 años de vida siempre me he valido de lo escrito para existir, de repente me encontré a mí misma incapaz de armar un párrafo que tuviese sentido, más que para los demás, para mí. Aún lo soy, aún no vuelvo a encontrar ese sitial perfecto en mi cabeza donde soy capaz de tomar un lápiz y dejarme ir, olvidar, esconderme en ese sitio donde el mundo puede desaparecer sin que yo lo note siempre que existamos yo, mi lápiz, mi cuaderno, y las palabras. Lo perdí, pero lo volveré a encontrar. Y por eso vuelvo, siempre; por eso y por la excusa más sencilla y simple de todas; aquella que explica que extrañaba sentarme a escribir, extrañaba la sensación de que el mundo se desvanece quedando sólo yo, mi lápiz, mi cuaderno, y las palabras.

Listening to: Battle for the sun-- Placebo